Con un correo.

Hace una semana, yo tenía novio. Tenía una persona que me decía que me quería, alguien que se preocupaba de mi constantemente, que me mandaba mensajes al móvil cuando se iba a retrasar para que habláramos y que me llamaba camino de la ferretería para aprovechar el tiempo (y si, el lunes pasado aún fue así).

Teníamos una relación a distancia, los dos vivimos en ciudades distantes 300 kilómetros y básicamente, hablábamos mucho por msn, por cam y por móvil. Era difícil, pero teníamos unos hábitos, los mismos tal vez que tiene una pareja que se ve más a menudo. Lo hablábamos todo, lo discutíamos todo y nunca he llegado al nivel de complicidad que tenia con él con cualquier otra persona. Cada segundo libre era para el otro. Cada posible momento se aprovechaba.

Era parte de mi.

El lunes por la noche fueron las mismas palabras que siempre, las mismas bromas, las mismas despedidas. Aún teníamos fresco el ultimo encuentro, sólo hacia una semana en que nos habíamos visto, que fuimos juntos al cine a cenar, que compartimos la cama, que pasamos un sábado perezoso en el sofá de su casa viendo películas y cenando pizza, que nos habíamos despedido con un beso en la estación.

El martes por la mañana, después de un par de correos desde el trabajo, de esos de todos lo días del tipo de "he llegado tarde al trabajo" y de "¿cómo estás hoy, guapa?" me manda uno en el que me dice que tenemos que hablar de algo.

De lo nuestro.

Y después la explicación, en otro correo de cinco lineas.

Que ha conocido a otra chica, que quiere intentarlo con ella y que hace meses que sólo me ve como una amiga pero no se atrevía a decírmelo.

Aún estoy en estado de shock.

Desde entonces hemos hablado dos minutos por teléfono ese mismo día, en una conversación totalmente incoherente con su voz temblando y yo sin poderme creer lo que me contaba. Hemos estado dos días manteniendo conversaciones por correo, porque creo que tengo que saber lo que ha pasado para entenderlo y asimilarlo. Mi cerebro necesita información para que mi corazón procese. El jueves, tuvimos una conversación mucho más larga y detallada por teléfono, de la que ahora no voy a hablar, porque aún me confunde muy seriamente.

Tengo que aceptar que se ha acabado, tengo aceptar que no me quiere, tengo que sacarlo de mi vida.

Tengo que hacer todo eso, pero a pesar de mi experiencia, no sé cómo. Sé que el dolor pasará, pero en estos momentos, me siento destrozada por dentro.

La teoría la sé, y sé que he hecho todo lo que debía. He borrado, tirado y destrozado (si, destrozado con rabia) todo lo que tenia de él y lo que me lo recordaba. He borrado todos sus mensajes. He borrado el otro blog que escribía, básicamente para él y con él porque mantenerlo abierto me parece una mentira. Estoy en proceso de limpieza.

Han sido tres años de mentira, y no sé que hacer con mi vida. Cada momento libre giraba en torno a él y ahora me encuentro vacía.

Y lo único que se me ha ocurrido es empezar un blog en el que desde ya quiero ver progresos, quiero ver cómo lo supero, como empiezo de nuevo. Pero no será estos días. No será ahora.

Se ha muerto una parte de mi vida que añoro profundamente, algo de mi que pensé que siempre iba a estar ahí. Sé que estoy en el proceso de negación, de no asumir que es verdad y que todo ha acabado. Sé que tengo que seguir un proceso de duelo, que la rabia y la indignación son normales, que le seguirán después el dolor y la pérdida.

Pero ni siquiera he derramado una lágrima aún. Supongo que no lo asumo, que mi corazón aún no lo entiende.

Y todavía es más triste...